Monday, July 14, 2014

Somebody hit the reset button

15.07.14, 0h53, Río Piedras, Puerto Rico


No me gusta sentirme estancado. Es un sentir clichoso, sobregastado, y lo odio. Me acuerda a los diecisiete años, cuando mi vida entera se resumía en una rutina diaria que llevaba repetida desde maternal, desde el vientre, desde antes. Me acuerda a mi cuarto, a la ropa que he repetido desde los doce años, en algunos casos, a la cama y los muebles que reorganizo cada cierta cantidad de tiempo para traerle variedad al flujo de mis sueños, a la explosión de mis rabietas esparcidas como mis pantalones en el piso. Me acuerda a los dos años que llevo como estudiante universitario en Río Piedras—dos años que me han bañado de bendiciones que tal vez hoy día no sean más que buenas noticias, que tal vez no sean más que el leve oleaje jugando con mi cuerpo en la marea—dos años que también tienen el sabor a rutina, a alarmas de lunes a viernes, a jueves practicando la promiscuidad por los bares de Hato Rey, de Santurce, de la Loíza, de nuevo en Rio Piedras. Y con tan sólo pensar que me quedan tres años más persiguiendo matrículas, tres años más de contar los días hasta las vacaciones y contar las semanas hasta el comienzo de clases, tres años más de acelerar las turbinas para terminar photo-finish con buenas notas y enseñárselas a mi abuela, tres años más de las mismas carreteras dando vueltas infinitas en una isla que no cambia por nada del mundo, tres años más de anticipar el próximo Gran Cambio que está a punto de aterrizar, vagueando, o la próxima Gran Tragedia que está a la vuelta de la esquina, acechando.